(Ulrika entra en una pastelería para comprar algo de merienda)
Ulrika: Hmmmm, ¡qué buena pinta tiene esa palmera de chocolate!
Palmera de chocolate: Estoy deliciosa, pero no deberías comerme porque tengo mucho azúcar y no soy demasiado buena para la salud, sobre todo después de las navidades de chucherías y dulces varios que te estás pegando.
Ulrika: Bueno, vale. Me cogeré una napolitana de crema.
Napolitana de crema: Yo también estoy buenísima, pero no pienses que porque no tengo chocolate no engordo. A lo mejor deberías escoger otra cosa.
Dependienta: ¿Se decide ya, señorita?
Ulrika: Un segundito por favor. Creo que tomaré unas pepparkakor, que seguro que es lo más sano.
Galleta de jengibre: Lägg av! ¡Ande vas, vikinga! ¿Tú sabes cuánto azúcar me ponen, alma de cántaro? Por no hablar de la mantequilla...
Ulrika: ¡Jopetas! No puede una comer nada. Bueno, pues me tomaré una chapatita de salmón con huevo.
Chapatita de salmón: Yo sí que soy sana y deliciosa. Cómeme, Alicia.
Ulrika: ¡Que me llamo Ulrika!
Dependienta: ¡Señorita! ¿Se decide ya? (es que las dependientas suecas son unas bordes).
Ulrika: Sí, póngame una chapatita de salmón, por favor. Para llevar.
(Una hora después, en casa de Ulrika)
Ulrika: Hmmm, qué rica chapatita me voy a comer para merendar.
Chapatita: Por favor no me comas, soy madre de familia y tengo que cuidar de los míos.
Ulrika: ¿Y quiénes son los tuyos?
Chapatita: Tengo dos churumbeles muy guapos: una medianoche de jamón york y un canapé de queso con nueces. Mira, aquí tengo sus fotos.
Ulrika: Sí que son apetitosos, sí. Entonces ¿por qué me has pedido que te comiese?
Chapatita: Para salir de esa cueva de caníbales. Tú me has parecido buena persona y he pensado que, si te contaba mi historia, no me comerías. Los demás tenían demasiada cara de hambrientos.
Ulrika: Todo esto es muy extraño y yo tengo mucha hambre. ¿No puedo darte aunque sea un bocadito?
Chapatita: No, por favor, piensa en mis niños, huérfanos y abandonados a su suerte.
Ulrika: Bueno, siempre puedo comérmelos también.
(Y Ulrika se zampa en dos bocados a la pobre madre chapatita)
(Doce horas después, nos encontramos a Ulrika en el baño, con el estómago bastante revuelto)
Ulrika: ¡Odio las chapatitas de salmón! ¿Por qué me la habré comido?
Chapatita (moribunda, desde el estómago de Ulrika): ¡Justicia divina! ¡Muero matando!
Moraleja: Queridos niños, la próxima vez que dudéis entre un delicioso bollo y una sana chapatita recordad la historia de la pobre Ulrika, que por guardar la línea asesinó a una pobre madre de familia y sufrió una fuerte indigestión en castigo por su mala acción.
Y colorín colorado...
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7 kommentarer:
Osea, que lo mejor hubiera sido el chocolate, directamente... total...
Muy bueno, no he parado de reir en todo el rato.
La Fuerza está contigo joven sueca.
P.D. Ya conoces el dicho: Bicho que no mata, engorda. Por lo tanto, tú has sobrevivido a este bicho, por lo que ya sabes que toca.... ENGORDAR.
¡Que la Fuerza te acompañe!
¿De dónde saca nuestra rubia vikinga esas historias tan divertidas?
¿Así que la salmonella en justo castigo al chapaticidio? Más te habría valido la crujiente palmera de chocholate, ja,ja.
Espero que las coletas de la pobre Ulrika recuperen pronto su natural blondo y enhiesto (con o sin casco)
Eso me pasa por no ceder a mis instintos golosos. ¡Con la buena pinta que tenía la palmera de chocolate!
Por lo menos le he sacado el lado gracioso a las náuseas y los vómitos, jajajajaja.
Tú te reirás, pero aquí la gente se almuerza con chapatitas de salmón y de lo que le echen... ;-)
Buenísimo lo del castigo divino.
Sabía que podías, Ulrika.
Muy bueno ;-)
chapaticidio... y luego dice freia que yo invento palabras...
¿Es una alegoría de que aunque las suecas estén buenísimas mejor quedarse con las azafatas?
¿cómo se dice alma de cántaro en sueco?
¿será esto un blog? no, espera, creo que esto no va aquí.
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